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jueves, 18 de septiembre de 2008

Una Mucha de Divino Corazón

En la acera de una nube blanca,
una muchacha morena de divino corazón
con agraciada voz franca,
volteose para atender mis sueños dorados;
y era Dios lo tenía dentro de mi corazón.
Un extraño detenido
hacia la curvatura celestial
con un mensaje de amor inmenso.

¡Divina Muchacha!
Fue la Luna un fulgor a tus pasos solitarios
con los que yo compuse infortunios mil;
Y pedacitos de tu ser
penetraron uniformemente mi alma vacía
aquellas noches de abril,
y florecieron por ti azules plegarias,
plateados jarales semejantes a la lluvia
y a tus formas imposibles,
que son lo mejor de ti.

Hoy sólo imagino a las olas del mar
y al plenilunio
A tus cabellos sueltos tentadores
entregados a los céfiros retozones,
alfombrados de calor boreal,
con mis dedos migrando a tus pezones
y en tu piel entendiendo el ¿por qué?
de tus facetas dormitadas
...En este letargo que se me aproxima...



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